VINIYOGA – I      

A continuación os facilito la primera transcripción de una serie de seis exposiciones que ha realizado Santiago Cogolludo sobre un texto que ha titulado «Viniyoga, ahora más que nunca».

Estas exposiciones tratan de dar un punto de vista más amplio del significado del término Viniyoga. Creo que nos podrá ayudar a entender por qué en su día T.K.V. Desikachar creyó que este término representaba de manera adecuada las enseñanzas de su padre.

Bajo el título VINIYOGA – I, que constituye la primera entrega, encontrareis la transcripción de la primera exposición de «Viniyoga, ahora más que nunca».

Al ser una transcripción de una presentación oral es posible que haya repeticiones y un uso más coloquial del lenguaje. En la transcripción he querido respetar, en todo lo posible, la espontaneidad con la que se hizo, por lo que los cambios han sido mínimos. Esta exposición se hizo durante el confinamiento a través de YouTube.

A mí me ha aclarado algunos conceptos básicos interesantes que se mencionan frecuentemente en las enseñanzas que recibimos de yoga. Espero que también a muchos de vosotros os resulte de interés.

El texto original lo podéis consultar en https://www.asana-yoga.es/viniyoga-ahora-mas-nunca/

A continuación encontrareis la transcripción de la primera exposición.

La Secretaria de la Asociación ETY Viniyoga España. María del Pilar Cano.

 

Viniyoga, ahora más que nunca. I       

Os voy a hablar de viniyoga, qué es viniyoga en el momento actual que vivimos.

Los que conocéis esta tradición sabéis que tradicionalmente la exposición de una enseñanza en la India se comienza con una invocación que puede ser más o menos elaborada. En la invocación se invoca a las personas de las que has aprendido en ese linaje o en esa tradición o en esa escuela. La invocación puede ser más o menos elaborada pero abreviando puede ser srigurubhyonamah.

En primer lugar quisiera indicaros que, en esencia, este «srigurubhyonamah» es un saludo a las personas que te han enseñado o de las que has aprendido aquello que vas a exponer. Normalmente se sigue una escuela, se sigue una tradición, se sigue un linaje, se sigue una línea.

Y comienzo así porque lo que voy a exponer ahora, que voy a hablar de viniyoga, de qué significa viniyoga y qué significa viniyoga en este contexto, no es algo que surja de mí sino que es algo que he podido aprender de las personas que me han enseñado. Cuando digo que es lo que he podido aprender de las personas que me ha enseñado me refiero a que es lo que he podido entender de los profesores y profesoras que me han enseñado.

También me gustaría aclarar que cuando digo los profesores y profesoras que me han enseñado no quiero decir cualquier profesor o profesora, sino que solamente me refiero a las personas de las que he sido alumno. De modo que aunque he estudiado con diferentes profesores no significa que haya sido alumno de todos. Porque ser alumno quiere decir que tienes una relación particular con el profesor/a. Esa relación es particular porque hay un vínculo que te une en la enseñanza, que consiste en que hay una necesidad de aprender y en una apertura determinada por parte del alumno y, a su vez, en que hay una necesidad de transmitir y de sostener a esa persona en su aprendizaje por parte del profesor/a.

Esto es que lo que ha facilitado que haya creado un vínculo con las personas de las que he aprendido, y es a estas personas a las que me refiero como mi profesor/a.

Y es a través de este tipo de vínculo que se crea lo que causa que surja la relación.

El vínculo es una relación que se crea con el paso del tiempo y en la que se crea una confianza en la que uno se olvida de sus proyecciones mentales, en la que uno se olvida o pone en un segundo lugar sus identificaciones, es cuando está uno más abierto. Es entonces cuando la mente está más abierta para recibir.

Para explicar el proceso de la enseñanza a veces se compara al alumno con un recipiente, como un vaso. Si un vaso está con la apertura hacia arriba lo puedes llenar de agua, pero cuando está el vaso boca abajo es imposible llenarlo.

Es a través de esta actitud del alumno lo que hace que se genere un vínculo con un profesor/a. Hay una apertura y en esa apertura está abierto a recibir y a integrar.

Porque de otra manera, si yo tengo formada una idea de lo que es cada cosa, para qué voy preguntar a nadie si no siento esa necesidad; ni por qué nadie me va a enseñar, cuando no estoy abierto a recibir. Porque si estoy satisfecho con la idea que tengo de cómo son las cosas, pues no necesito a nadie.

Entonces, en el yoga la relación entre enseñante y alumno/a es una relación diferente. No es a través de querer poseer la enseñanza o el conocimiento, porque la enseñanza no se puede poseer. Por ejemplo, la enseñanza muchas veces está escrita, tú puedes comprar muchos libros sobre yoga, sobre prānāyāma, sobre todo lo que quieras, y muy profundos, y muy eruditos, pero esa enseñanza que tú posees, que tú tienes, que tú compras en un libro, esa enseñanza, no la puedes integrar. No la integras, no la puedes convertir en una experiencia, está en otro plano.

Entonces la actitud de querer poseer la enseñanza es en realidad lo que te impide integrarla, que tú la quieras atrapar. Porque cuando tú la quieres atrapar a la enseñanza, no estás en el corazón sino que estás en la cabeza, en el plano mental, entonces se te escurre entre los dedos.

Puedes comprar todos los libros de yoga del mundo, incluso los puedes leer todos los libros de yoga del mundo y puedes incluso entender todos los libros de yoga del mundo, pero eso no te va a dar la comprensión interna.

El yoga no es tanto tener un conocimiento intelectual. Nuestro camino es hacia el corazón. El yoga es una enseñanzaque te lleva a ese lugar. Es experiencia. Eso no te lo da el intelecto porque el intelecto es Prakṛti. El intelecto, que es Prakṛti, te enreda todo el rato y no te lleva al interior.

Hay dos aspectos: por una parte está el aspecto intelectual, que es bueno, pero la otra parte es que lo aprendido intelectualmente hay que vivirlo, experimentarlo. Y cómo yo lo aplico eso y qué es lo que siento, es otra cosa. Porque lo más importante es que eso luego se debe utilizar para profundizar sobre nosotros mismos. Aquí el resultado es un producto de la práctica. Pero no sólo por saber mucho o practicar mucho, sino que es la actitud con la que uno hace las cosas. Porque normalmente la actitud que llevamos es que quiero hacerlo lo mejor. Pero no va de eso.

El resultado del yoga es producto de cómo yo hago lo que sea que haga. O sea de la actitud que tenga.

Cuando la mente tiene más sattva, cuando la mente tiene menos rajas y menos tamas, la mente baja y se asienta en el lugar del corazón. Y entonces integramos nuestra vivencia, nuestra experiencia.

Para tener esa apertura, lo más habitual es que necesites abrirte ante algo. Pero no ante algo imaginario, no ante algo magnífico, llamémosle Dios o Ishvara. No. Te abres ante algo que está a tu altura y te va a transmitir, te llega. O sea, que es muy actual, muy de la persona, muy de en el momento, muy en el presente. No me abro ante una imaginación. No digo que eso esté mal, puede ser una práctica. Pero luego yo me tengo que abrir para recibir, tengo que recibirlo, ahora aquí.

Esto es a lo que se refiere cuando se habla de la relación profesor/a – alumno/a. Nos referimos ante la persona que es ese profesor/a, que te permite abrirte.

Pero en realidad la persona, ese profesor/a, no es una persona mágica sino que es una persona normal, que come, tiene sus necesidades como otra cualquiera. Lo que hace especial la relación es la actitud del alumno/a y la actitud del profesor/a hacia el alumno/a, eso es lo que la hace especial.

Luego el profesor/a, a lo mejor es un profesor/a más o menos normal y el alumno/a, es también una alumno/a más o menos normal. Pero esa apertura de ambos es lo que permite que haya esa transmisión por parte del profesor/a y esa recepción por parte del alumno/a. Y es lo que pone en marcha mecanismos internos de confianza y abandono, pero no hacía nada externo, sino que el abandono es hacia uno mismo.

Por eso esto se ha entendido mal en nuestra cultura occidental, porque para nosotros, los occidentales, a este tipo de relación no estamos acostumbrados, entonces al importar este tipo de relación lo hemos importado viéndolo con la visión de la cultura occidental, como una sumisión, como una entrega con los ojos cerrados. Pero no se trata de eso en absoluto. Y lo hemos comentado muchas veces aquí en este centro de Asana Yoga. No se trata de una entrega ciega, todo lo contrario.

Al profesor/a cuantos más alumnos tenga, más ojos le están viendo, lo que hace y lo que deja de hacer. Entonces, está totalmente expuesto, es difícil hacer un engaño.

Quiero decir que uno puede, y debe, elegir a su profesor/a con mucha cautela y observar qué hace esa persona, ver si lo que hace lo hace en un momento sólo, o lo hace todo el tiempo y, si conoces a la persona, si lo hace en su vida cotidiana con sus asuntos cotidianos.

Esta es la manera de elegir un profesor/a, a través del tiempo y una relación, de ver cómo funciona esa persona, cómo hace, cómo no hace, cómo se comporta en su vida, a través del tiempo.

Después, cuando uno ya está tranquilo con la persona, confía más o menos en la persona, entonces ya se puede empezar a tener un vínculo con el profesor/a.

Obviamente son dos partes, profesor/a y alumno/a. Tiene que haber la misma apertura en ambas partes.

Pero lo que quería decir es que el profesor/a no es necesariamente un iluminati, es un profesor/a que tiene sus cosas buenas y tiene sus cosas malas, tiene sus momentos y tiene sus otros momentos, a veces acierta más y a veces acierta menos. No está iluminado. Pero lo que sí puede hacer este profesor/a es que puede transmitir una enseñanza determinada, si uno está abierto a recibirla, si también el alumno está abierto a recibir esa enseñanza.

Entonces, tampoco tiene que ser una persona especial o que te tiene que caer especialmente bien. Normalmente tiene que haber una conexión y cuanta más conexión haya mejor.

Pero ¿qué pasa muchas veces en este camino del yoga? Sucede que lo que la práctica del yoga produce es una apertura, una claridad, un aumento de conciencia. Y ¿qué pasa? Que el profesor/a de alguna manera es la persona que le guía a uno en esa apertura, en esa toma de conciencia de lo que está pasando. Y a veces lo que pasa en nuestro interior no es de nuestro agrado y entonces podemos hacer una transferencia de pensar que esa persona es responsable de mi desagrado, el profesor/a. Yo me siento mal y digo esta persona es la que me hace sentir mal. Esa es una cosa.

También puede pasar otro tipo de transferencia, que es que yo estoy bien, estoy mucho mejor, estoy más contento, etc., y también puedo pensar que eso se debe al profesor/a. Y ninguna de las dos cosas es una realidad. El proceso sucede por el trabajo de uno mismo. El profesor/a guía, sólo guía. Pero el trabajo del descubrimiento de lo que hay dentro y del avance que podamos hacer es sólo nuestro. Esto es lo que pasa.

Entonces, tenemos que tener cuidado con esto para no poner lo negativo a la persona que nos enseña, profesor/a, ni lo positivo. Lo que sí es verdad es que necesitamos a alguien que nos enseñe y cuando nosotros nos quitamos nuestras identificaciones más básicas, quiero decir cuando no está nuestro ego en marcha, entonces ese vaso en vez de estar boca abajo está boca arriba y puede llenarse. Eso es lo que pasa.

Entonces para practicar esta entrega necesitamos una persona, solos no puede ser. Luego lo que hacemos es que vamos hacia nosotros mismos, pero necesitamos una persona para practicar esta entrega que nos dirige hacia nosotros mismos, necesitamos a alguien, solos no puede ser, no podemos hacer esta entrega, no es posible.

Personas que no hayan necesitado a alguien son muy pocas. Estoy pensando en Jesús o en algunos de los grandes yoguis, incluso esos tenían sus profesores o sus gurús. Necesitas a alguien.

Es como para nacer, necesitas una madre. Puedes nacer en una probeta, pero necesitas un soporte, no lo haces sólo. No es posible. No te manifiestas aquí como el espíritu santo, necesitas un soporte.

Y para nuestro trabajo de descubrimiento de uno mismo, de tomar conciencia de lo que uno es, se necesita a alguien. Necesitamos un profesor/a y necesitamos muchas veces unos compañeros en el camino que van en la misma dirección y con los que podemos compartir las tribulaciones en el desarrollo y que a veces nos soportan en momentos difíciles, porque el camino es amplio, es largo, el conocer, el descubrir. Porque uno está aquí, y hacia donde se tiene que dirigir no aparece hoy, ni mañana, ni pasado. El calmar la mente, el crear cierta estabilidad y claridad en nuestro interior no sucede así, en un instante.

Y como vemos, en la vida pasan cosas que son totalmente inimaginables y nos tenemos que adaptar a esa situación. Y ahora lo vemos, en estas circunstancias que tenemos hoy en día, que tenemos que adaptarnos a esta situación porque no podemos hacer otra cosa (covid-19, confinamiento).

Las circunstancias anteriores podían parecer una situación diferente, pero en realidad no lo era, sólo que yo me podía escabullir, podía ignorar lo que está pasando, podía ignorar el cambio continuo. Se llama parinamavada, es el cambio en la filosofía del yoga.

Digo que en las circunstancias anteriores lo podía ignorar el cambio aferrándome a mis rutinas, a mi trabajo, a mi casa y pensar que todo es igual, pero no es igual, nunca, solo lo parece. Y yo me aferro a esa idea porque el cambio da mucho miedo. Recordad abhiniveśaḥ, el último kleśa, que es el miedo a perder lo que valoro. El cambio produce abhiniveśaḥ. Lo que es ahora, ya no es antes, y eso me produce agitación. Y esto es de lo que vamos a hablar, de esa adaptación del ser humano a las circunstancias cambiantes, a las que normalmente nos resistimos. Nos resistimos, no queremos cambiar. Y lo vemos en los niños que cuando son pequeños no quieren crecer porque si crecen pierden privilegios. Pero la fuerza de la vida les obliga a moverse, porque no pueden estar cagando siempre en el pañal, aunque les de miedo el orinal, en un momento dado, eso lo tienen que dejar y hacerse a una nueva idea o abandonar el pecho de la madre y tomar otra cosa. Porque en un momento dado el metabolismo, el sistema digestivo está preparado para avanzar y empezar a tomar otro tipo de comida, que en un momento es difícil, pero después engullen con ansia. Pero en un principio hay una resistencia. Para que veáis que eso viene de antes. Y cuando somos adultos nos pasa más todavía, que más queremos mi casa, mi sitio, mi tal y mi cual. Y eso, ¡que no se mueva! Y si se mueve algo, sufro.

Aquí entra este término, que voy a intentar explicar de la mejor manera, que se llama «viniyoga».

Y voy a explicar lo que yo he podido aprender de las personas que han tenido a bien intentar enseñarme. Digo intentar porque tengo muy dura la cabeza. Y si algún error o defecto hay en mi exposición o en mi comprensión se debe a que todavía no haya entendido con claridad lo que me han intentado transmitir.

Viniyoga es un término muy antiguo que aparece en las Upaṇiṣad más antiguas.

Las UpaniṢad son textos que proceden de los Veda y los Veda son unos textos muy antiguos, quizás los textos más antiguos de la humanidad. Y son los textos donde se basan todas las filosofías de la India y el yoga también.

Nosotros, los practicantes de yoga de hoy en día, conocemos este término «viniyoga» ya que aparece en el tercer capítulo de los Yoga Sutra de Patāñjali, en el Vubhuti Padaḥ, en el sexto aforismos que dice tasya bhūmiṣu viniyogaḥ

Chandra Buffaro nos ofrece el comentario que os voy a leer a continuación. Chandra Buffaro es una de las personas que lleva años intentando enseñarme. Algo queda, con el tiempo algo queda.

El texto de Chandra dice: Viniyoga indica un proceso que comienza en el momento vital en que nos encontramos y evoluciona de manera progresiva. Este proceso es válido para todas las herramientas del yoga. Primero, para hacer esto se necesita esfuerzo pero, con una práctica continua, el esfuerzo disminuye y finalmente se apaga.

Me gustaría que nos vayamos deteniendo en el significado de cada frase, porque encierra mucho significado. Comienza diciendo que «Viniyoga indica un proceso que comienza en el momento vital en que nos encontramos y evoluciona de manera progresiva». Por lo que primero hay que saber en qué momento vital me encuentro, que eso es otra cosa y no es nada sencillo. Luego, cuando continúe la exposición, iremos viendo qué significa «en el momento vital». Porque ¿dónde me encuentro yo en el mapa del universo, en el mapa espacial y temporal? Claro que yo me creo que soy el centro del universo. Un niño pequeño de un año o dos es el centro del universo, para él no hay más, su madre es suya, su padre es suyo y todo es suyo. Entonces, bueno, no es una realidad duradera. Imagínate en el espacio, en el tiempo espacial, ¿dónde me sitúo yo? Uff, pues no sé. Y el comentario de Chandra también dice que este proceso «evoluciona de una manera progresiva», porque es con muchos pasos, con muchas etapas, como avanzamos adecuadamente hacia un objetivo.

«Este proceso es válido para todas las herramientas del yoga». Quiere decir que este proceso evolutivo progresivo, lleno de etapas adecuadas, es válido para todas las herramientas del yoga. «Primero, para hacer esto se necesita esfuerzo pero, con una práctica continua, el esfuerzo disminuye y finalmente se apaga». Claro, conforme voy avanzando, sí, es un esfuerzo, pero luego ese esfuerzo se puede convertir en entusiasmo. Pero en un principio, no. El principio no es hoy, ni mañana, no es en este mes, ni en el siguiente, no es en este año. El principio es un largo tiempo. A lo mejor son diez años, doce años. Ese es el principio, o más. Y luego, con ese esfuerzo continuado, ese esfuerzo se convierte en entusiasmo. ¿Por qué se transforma en entusiasmo? Porque lo voy descubriendo en mi interior. Voy generando esa estabilidad y esa claridad, esa conciencia, y entonces, claro, eso me da una perspectiva.

Y hasta aquí puedo leer hoy.

Continuará en la siguiente entrega.

Gracias por vuestra atención.

Omshantih

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Santiago Cogolludo Fernández.  Formador y Profesor de Yoga y de Yoga Terapia

Alumno de Margot Paccaud, Ernesto Gil, Claude Marèchal, Chandra Klee Cuffaro, S. Shobana.